martes, 5 de junio de 2012

Economía para estupidos

Economía para estupidos




Dedicado a los kirchneristas.



Introducción


Conceptos básicos del comercio internacional y el mercado de divisas


Divisa: moneda de intercambio para el comercio internacional, en ella se paga todo lo que se compra en otro país y también todo lo que se vende desde aquí. Actualmente en el comercio internacional generalmente se utiliza el dólar estadounidense.

Mercado de divisas: es aquel al que acude un comerciante al momento de importar productos foráneos o exportar productos locales, en el caso de importación comprará dólares con su moneda local  para pagar mercancías en el exterior.
En el caso de la exportación acudirá a este mercado al recibir dólares desde el exterior por la venta de sus productos, entonces  venderá dólares a cambio de moneda local.

Tipo de cambio: Es el precio de la moneda local en relación a la divisa extranjera, generalmente en el comercio internacional todas las monedas se equiparan al dólar estadounidense. El tipo de cambio determina cuantos pesos necesito para comprar un dólar.

Equilibrio del mercado de divisas:
Es el volumen dado donde las exportaciones, las importaciones y la divisa (dólar) encuentran su valor de equilibrio acorde al comercio internacional del país. Cuando aumentan las exportaciones sobre las importaciones el precio de la divisa baja, pues hay muchos comerciantes vendiendo las divisas que obtienen por sus ventas en el mercado de divisas, por tanto hay un exceso de oferta de divisas y así su valor en moneda local desciende haciendo que esta se aprecie. En el caso contrario en que haya más importaciones que exportaciones se da un proceso inverso, aquí existe un exceso de demanda de divisas para comprar en el exterior por tanto el precio de la divisa sube y la moneda local se deprecia.
El equilibrio entonces opera en un mercado abierto donde el precio lo determina el comercio internacional.

El factor renta y el equilibrio del tipo de cambio y comercio exterior:
La renta (ingresos de la economía) también influye en el comercio internacional, y esta crece al crecer la producción y se potencia al aumentar las exportaciones.
Pero he aquí que cuando crecen los ingresos también se da que los productos importados son más accesibles al mercado local. A mayor ingreso mayor es la demanda de bienes y servicios, y entre ellos también la de bienes “exóticos” que escasean ene le mercado local.
Entonces tenemos que a mayor producción, mayor exportación y a mayor producción y exportación mayor renta, por tanto a mayor renta también crecerá la demanda de productos importados.
Ahora bien, el éxito económico también hace crecer las importaciones, y entonces ¿esto puede atentar contra la economía? La respuesta es no, pero solo si dejamos operar al equilibrio de la siguiente manera: Al aumentar las importaciones por factor renta alta, bajará luego la producción local y las exportaciones esto hará entonces hacer crecer el precio de la divisa extranjera en relación a la moneda local, y entonces ¿que pasara ahora con el comercio internacional? Pues ocurrirá que ante la caída de la producción local, caerá le renta y subirá la divisa y entonces nuevamente nuestros productos serán competitivos a nivel internacional ,ya que alguien de afuera verá atractivo nuestro mercado comprando con pocas divisas mayor producción, entonces esto hará crecer nuevamente las exportaciones y la producción local y también el nivel de renta.
De esta manera tanto la producción como las exportaciones, importaciones y el precio de la divisa hallarán un equilibrio.
Este básicamente sería el mecanismo simplificado para entender cómo las exportaciones e importaciones se equilibran en un mercado libre donde la divisa vale lo que debe valer según el comercio internacional. El tipo de cambio aquí también llegará a un equilibrio donde existirá una moneda estable. Vale aclarar sin embargo que es esta una explicación simplificada donde en la realidad además de estos factores hay otros como la política fiscal, la deuda pública o la emisión monetaria local que también son determinantes.
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Argentina, país generoso (para la clase gobernante)



La ola verde.




Luchar contra el dólar es una cruzada quijotesca, muchos anteriormente lo han intentado y solo han conseguido fracasar rotundamente, esta fútil actitud solo puede surgir de quienes desconocen los mecanismos globales de la economía.

Aún resuena en la memoria colectiva la frase del ministro de economía del General Viola, Lorenzo Sigaut, cuando dijo: -El que apuesta al dólar pierde-; y solo en los tres días siguientes el precio de la divisa escaló de 4600 pesos de la época a 6000. También se instauró en ese momento un doble mercado de divisas dado en un dólar comercial y en otro financiero. Pasados cinco meses de esa desventurada frase el dólar ya había llegado a 14.500 pesos.

Otro hito reciente lo podemos ubicar en el plan primavera de Raúl Alfonsín, donde se volvió a desdoblar el mercado cambiario y los exportadores fueron obligados a vender sus divisas a un tipo de cambio oficial mientras que el paralelo (al que debían acudir para importar insumos) estaba un 20% arriba. Hay que tener en cuenta que no hay actividad económica en el mundo moderno que no necesite de importaciones de insumos para producir. No existe país en la tierra que tenga todos los recursos para ser independiente productivamente hablando. Por eso es que esa falacia retrograda de “vivir con lo nuestro” no es aplicable en el siglo XXI.

El dólar hoy por hoy es la divisa predominante en el intercambio del comercio internacional, así como en la antigüedad lo fue el Dinar (la primera divisa comercial de gran escala) y hasta comienzos del siglo XX lo era la libra esterlina. Desde Bretton Woods el dólar dejó de estar sujeto en su emisión al patrón oro, y es así que su respaldo comenzó a basarse en el propio peso de la economía norteamericana y en su propia demanda mundial.

No podemos, desde una isla remota, intentar modificar el precio de una divisa, y si lo hacemos lo único que lograríamos es crear desajustes macroeconómicos graves en nuestra propia economía.


Lorenzo Sigaut intentó infructuosamente luchar contra el dólar

 




El precio del dólar.



El Dólar vale lo que vale, ese es un dato dado, y otra moneda que base su propio valor en esta divisa no puede pretender modificar ese valor.



A fines de la década del 90 la presión fiscal sobre la producción había afectado a la economía y las inversiones habían decrecido. Era muy caro producir en la argentina, mientras que por ese entonces el dólar valía arbitrariamente 1 peso, estando dicho valor al margen de la producción nacional y del comercio internacional.



Para mantener esta paridad arbitraria ante la caída de la producción solo quedaba una opción que consistía en restringir la emisión de pesos  y entrar en recesión. Al caer la producción nacional caerían también las exportaciones, la inversión y por tanto la demanda de moneda nacional, por tanto solo se podía mantener la paridad dólar/peso dejando caer la oferta de pesos acorde a la disminución de su demanda. Vale aclarar que esta es una de las más graves limitaciones del tipo de cambio fijo, donde la política monetaria expansiva no puede aplicarse para reactivar una recesión. La única reactivación posible, en este orden de cosas,  va de la mano con salir del tipo de cambio fijo para liberar el precio de  la divisa y permitir que esta se aprecie o deprecie según lo dicte el flujo de capitales, el cual sin intervención tenderá siempre a equilibrarse.





El dólar debe valer lo que vale.

 




El colapso de la convertibilidad




A fines de los 90 terminar con esa paridad requería un costo político enorme que nadie quería pagar, ni en su momento Menem, ni luego tampoco De la Rúa; pues la gente estaba cómoda con un dólar barato con el cual tenía el mundo en bandeja. Lo único que quedaba por hacer entonces era inyectar dólares de la reservas en la economía (a falta de dólares que no ingresaban por exportaciones) a fin de que el consumo interno no decayera y la producción se mantuviera, pero el problema central del costo alto de producción no se atacó y se lo dejó seguir creciendo. Esto provocó que decreciera progresivamente el respaldo real del peso, y además contribuyó a empeorear la situación. Tampoco se tuvo en cuenta que el consumo interno de un país como argentina no es suficiente para hacer crecer la producción motivando inversiones y ni aún para mantener los niveles existentes. De esta forma se hizo más barato importar que producir, ya que el nivel de renta (con un peso=dólar) en los bolsillos de la gente les daba amplio acceso a bienes importados de mayor calidad; así fue creciendo el problema retroalimentandose a si mismo.

Si el dólar valía un peso por ese entonces no era esto porque la moneda argentina se había apreciado producto de un exceso de oferta de dólares en el mercado de divisas motivado por un alto volumen de exportaciones, sino que lo era porque el tipo de cambio estaba fijado por ley, y además porque al momento las reservas del central seguían alimentando el mercado cambiario para mantenerlo. Por tanto este orden de cosas era ficticio, ya que el precio de la moneda extranjera no respondía a la producción local y si a la inyección de divisas que pronto se irían agotando reduciendo aún mas la base monetaria. Ante esta situación el déficit fiscal fue creciendo, ya que el Estado que no podía recaudar al nivel al que intentaba mantener la economía en una paridad de 1 a 1.

El rojo fiscal siguió acrecentando también la presión impositiva y la merma de divisas, lo que que motivó que el Estado buscara desesperadamente hacerse de mas recursos, y en esa línea intentara encontrar una forma alternativa para hacerse de divisas en el corto plazo. Una de estas medidas fue la de regalarle a la empresa Repsol nuestra petrolera YPF, la cual en los últimos años había crecido descomunalmente de la mano de una administración mixta logrando que capitales privados, en sociedad con el Estado, capitalizaran a una empresa en ruinas para llevarla a un protagonismo internacional creciente. Todo este despliegue fue gracias al brillante José Estenssoro.
Regalarle YPF a Repsol pudo darle aire al gobierno de Menem para entregar el poder a su sucesor en tiempo y forma y con una aparente estabilidad.

Pero lo cierto es que la segunda presidencia de Menem fue una máquina de desaciertos económicos que logró tirar por tierra la recuperación de la economía que se había dado desde 1989 a 1995, donde la inflación había sido aniquilada y donde la inversión real había transformado el país modernizando en parte un retraso de décadas que arrastraba la Argentina  en materia de infraestructura y tecnología.

Fue por estos desencuentros, dados después de la reelección de Carlos Menem, que el ministro Cavallo terminó dejando el gobierno al no estar de acuerdo con las soluciones que el poder político menemista impulsaba. Si bien muchos pueden criticarle cosas al ex ministro estrella de los 90, no es la decadencia de ese sistema un punto cierto para achacarle, porque las malas recetas se llevaron a cabo después de 1995, cuando este ya había dejado el ministerio.

Muchos dicen hoy que 1995 hubiese sido el año ideal para liberar el mercado cambiario y evitar lo que después arrinconaría a una de las políticas económicas nacionales que dio certeros frutos desde 1989 a 1995. El temor político de aquella época fue que la población reaccionara mal ante una fluctuación en el precio de la divisa y surgiera así nuevamente el fantasma de las corridas por el dólar. Los economistas serios en cambio sabían que el tipo de cambio fijo solo podía mantenerse en el corto plazo, y que si bien había sido una excelente medida para salir de la crisis del 89, ya en el 95 era hora de avanzar a una nueva etapa. Por ese entonces la economía estaba fuerte y el temor político no era real; el supuesto riesgo a correr era en realidad algo mucho mas potable de aceptar, que esperar a llegar a un desenlace desastroso como el que se diera en 2001.




El padre de la convertilidad volvío tarde para rescatarla

 





De la Alianza al 2001




Lamentablemente De la Rúa también tuvo una visión política sobre la economía, no hizo nada para modificar la decadencia y en su lugar continuó profundizando  los errores económicos. El tipo de cambio se mantuvo igual porque tampoco De la Rúa quería atentar contra su imagen política depreciando la moneda que ficticiamente se mantenía en paridad con el dólar.

Para ejemplificar podríamos decir que la economía por ese entonces estaba enferma de una dolencia terminal donde la enfermedad no era objeto de ataque porque era esto costoso políticamente hablando; lo mismo sería decir que un enfermo decidiera callar su enfermedad por vergüenza y en su lugar buscará paliativos sintomáticos, sin entender que no hay nada peor que la muerte. Y lamentablemente para todos eso fue lo que le tocó al gobierno de la Alianza, morir estrepitosamente y sin remedio.

Nada se hizo con el tipo de cambio y se continuó agravando la presión fiscal provocando la caída de la producción, mientras que a su vez se continuó promoviendo una bonanza importadora que era alimentada por un tipo de cambio ficticio que la favorecía.
El dólar era barato, valía menos de lo que debía valer, porque las producción estaba en baja y por tanto también lo estaban las exportaciones, y con un dólar barato solo puede darse una cosa y eso es fuga de capitales, pues si aquí el dólar vale menos que en otros países entonces bien vale comprarlos  en el mercado local y llevarlos afuera.



La siesta de la Alianza

 






La misma piedra




Esto que ocurrió hace unos 11 años está ocurriendo hoy también pero a través de un entramado un poco más complejo, aquí se dio que el precio de la divisa se mantuvo estancado mientras por el otro lado existía un proceso altamente inflacionario. El Estado buscó estimular el consumo aumentando la oferta monetaria inyectando pesos en la economía a través de una batería de subsidios, los cuales por cierto solo sirvieron para maquillar un supuesto nivel de precios y renta y no para estimular realmente la producción. Todo este sistema se esta costeado a través de presión fiscal  sobre la producción,  por tanto el incremento del consumo no se tradujo nunca en inversión real.
El país sin embargo “creció”, pero no realmente, sino que lo que ocurrió es que recuperó su capacidad productiva decaída en 2001 a los niveles de su frontera de producción de 1995, año último en que existió inversión real en la capacidad productiva de la argentina. 

Mientras las exportaciones de soja daban una segura entrada de divisas al país, no hubo mayores inconvenientes para mantener este precario sistema pero cuando comenzó a decaer la demanda internacional, y aún también cuando decayó la producción sojera gracias  a la última sequía (12 mill millones de toneladas menos de soja habrá en esta cosecha) es cuando se agudizan los problemas.



La condena de Sifo es la de Argentina

 



El keynesianismo de solapas.




Enfocar realmente el problema debía de haber sido el de fomentar la inversión, el kirchnerismo desperdició un oportunidad clave dada en los altos precios de la soja y mal utilizó las divisas que entraban al país. Los improvisados del kirchnerismo se eclipsaron con lo que pudieron leer de Keynes (tal vez en wikipedia) y entonces pensaron que tenían, en los designios de este economista, la llave de la felicidad. A esta falacia ingnorante la ayudó la coyuntura internacional y la gran fortuna de que el mismísimo Dios sea argentino y nos diera  así un empujoncito al regalarnos uno de los suelos más fértiles del mundo. Un regalo divino que por supuesto hemos desperdiciado.

Verdaderamente Keynes ha dado un gran aporte a la economía y una certera receta digna de aplicarse en momentos críticos, donde se necesita reactivar la producción de un país devastado. La fórmula de este brillante economista, que se hizo valer en los años 30, consistía en hacer del Estado un gran consumidor de recursos para que este hiciera mover nuevamente la maquinaria productiva.  Pero he aquí que esta fórmula no es mágica y su aplicación efectiva solo alcanza al corto plazo; púes luego habrá que enfocarse en que la locomotora productiva sea alimentada por la inversión privada. Esta ha de tomar el relevo para permitir que el Estado vuelva a su rol administrativo.  



John Maynard Keynes

 



Si  la fórmula keynesina, de un estado deficitario que inyecta recursos en la economía, se mantiene en el largo plazo se acabarán los recursos de los que se dispone y entonces lo único que quedará será una inflación alta, un aumento de la deuda pública y una estanflación donde la expansión solo se traduce en una recesión productiva combinada con una caída del valor de la propia moneda.

El Estado como inversor principal en la economía solo puede reactivar la producción hasta el PBI potencial, pues no logra una certera expansión de la frontera productiva, en el caso de Argentina ese PBI potencial es el de 1995. Es por ello que entre otras cosas hemos perdido nuestro autoabastecimiento energético, ya que en estos años las petroleras se dedicaron a extraer gas y petróleo de los pozos que habían sido abiertos hasta mediados de los 90, luego no hubo ningún otro proceso de inversión real y nadie puso dinero en buscar nuevos yacimientos.

El Estado a largo plazo es inviable como  inversor principal en una economía, pues este vive de la recaudación impositiva y para obtener recursos necesita tomarlos de la propia economía, es por eso que es ilógico que quiera autoalimentarse de si mismo grabándose su propia actividad.

No por nada sucumbió finalmente la Unión Soviética ante el déficit incontrolable y la escalada de la deuda pública, y lo mismo ha pasado con Cuba, que debió abrirse a la “colonización” de las grandes cadenas multinacionales de hotelería y también a la  privatización total de su producción de tabaco y ron.
Vietnam es otro ejemplo, allí el gobierno decidió permitir el ingreso a las multinacionales, las cuales fueron tentadas gracias a un muy bajo costo laboral que les permite exportar desde allí a muy bajo precio.

Pero ninguno de estos ejemplos es tan evidente cuando vemos a China, el gigante asiático, que se potenció a sí mismo al punto de escalar hasta el top 3 de la economía mundial gracias a incentivar la inversión privada, la cual ha tomado la posta en la motorización de la locomotora productiva. Este es un proceso que ese país comenzó en 1978 de la mano de Deng Xiaoping y que hoy está dando sus frutos, aunque lamentablemente todavía la cuestión social está muy rezagada.



Lo que quedó del comunismo en el siglo XXI

 



La economía productiva del mundo desarrollado.




Hoy día entonces podemos decir que la economía planificada ya no existe y que su lugar fue tomado por un autoritarismo capitalista.
El segundo mundo capitalizado solo sirve de ejemplo para ver lo inviable que es un Estado como máximo interventor en una economía, pero estos países están muy lejos de conformar un modelo a aplicar ya que mantienen un marcado vicio de autoritarismo y explotación social.

Muy distantes de ellos, y también del tercer mundo, están Australia, Canadá, Noruega, Suecia, Finlandia, Nueva Zelanda, Suiza, Alemania, Austria y Japón. Estos países han logrado tener un gran éxito en formarse como economías plenamente productivas y equilibradas para sus necesidades. En ninguno de ellos el Estado está ausente; al contrario todos exhiben un Estado netamente presente en la calidad de vida de sus ciudadanos brindando excelentes servicios de salud, educación, justicia, defensa y seguridad.

Son ellos muestra del verdadero equilibrio que debe darse, donde el Estado se encarga de lo que debe, lo cual consiste en administrar la economía eficientemente para lograr que sea rentable para un emprendedor privado invertir para producir y generar trabajo. Esto se traducirá luego en renta, de la cual el propio Estado se nutrirá moderadamente para brindar todos los servicios sociales que sus ciudadanos demandan para lograr tener una verdadera calidad de vida.

Los años perdidos.




Si el kirchnerismo hubiese aprovechado la bonanza económica de esta última década, que consintió en los altos precios internacionales de los alimentos que históricamente siempre  produjo argentina, entonces bien hubiese podido reducir la presión fiscal en toda la economía aprovechando esos ingresos extraordinarios por exportaciones para lograr crear un ámbito de estabilidad que sea atractivo para la inversión. Así lo hicieron en cierta medida otros países de la región como Brasil (que terminó de posicionarse como la 6ta economía mundial) Chile, Uruguay y hasta Perú.

Sin embargo aquí la alta renta de exportaciones se diluyó en la corrupción y se dilapidó, con fines políticos banales, en clientelismo y subsidios económicos que buscaban tapar los efectos de de la inflación con el agravante de que agravaban aún mas el problema.

Este gobierno corrupto no invirtió nada en lo que hubiese sido necesario, no hizo ninguna inversión en infraestructura económica como ser autopistas, vías férreas, puertos etc. Simplemente lo que no se robaron sus funcionarios fue a parar al aparato clientelista y al circuito corrupto de los subsidios donde los empresarios, amigos del poder, se hacían de dinero fácil que era drenado, desde la presión impositiva de quienes producían, para acabar en las concesionarias ferroviarias, en empresas de servicios públicos e incluso en la anterior aerolíneas argentinas de Marsans y en la actual cuasi estatizada de la Cámpora.

Argentina no aprovechó una posibilidad extraordinaria para expandir su frontera de producción aumentando la matriz energética del país, o aún su infraestructura económica dada en autopistas y vías férreas, pues si en algo debía intervenir el Estado como inversor en un primer momento era en esas áreas (eso es el keynesianismo). 



La argentina fue la cigarra mientras la región hizo trabajo de hormiga.

 



La intervención certera en materia energética o en infraestructura económica hubiese abaratado los costos de producción industrial y también los de transporte y esto hubiese sido un aliciente para la inversión privada; un marco legal sólido, una justicia independiente y un gobierno sano en lo institucional hubiesen también terminado de cimentar un verdadero polo atractivo para la inversión privada.

Sin embargo aquí se hizo todo lo contrario, y si bien hubo reactivación (gracias al impulso agropecuario) esta se limitó a recuperar una capacidad productiva anterior y no a generar una ola de inversión real que hiciera subir esa productividad; nadie amplió su fábrica, y a pesar de la supuesta bonanza consumista la economía produjo a un nivel de producción acotado (el PBI potencial) por eso es que el incremento de la demanda solo motivó una escalada de precios, pues esa demanda superó a la oferta posible. En este país la presión impositiva minó todo intento de inversión, y ni hablar de la calidad institucional y el marco legal, que hacían a todo esfuerzo a largo plazo en algo mas arriesgado que hacer bungee jumping con hilo dental.

El hecho de que solo haya habido una reactivación, y no un crecimiento real, esta evidenciado en la cantidad de marginales que aún existen en la Argentina y que han ido creciendo en estos años del kirchnerismo motivando que la política de subsidios haya sido siempre  la espina dorsal de la política social del kirchnerismo. Los marginales están excluidos del circuito económico de una economía que no se expande realmente para incluirlos, porque solo opera a un nivel de producción acotado a la capacidad productiva de 1995; tiempo donde la cantidad de habitantes era de unos 10 millones menos de personas. El aumento de villas miseria, de delincuencia y narcotráfico es uno de los mas grandes legados que nos ha dejado el “modelo” kirchnerista.



Volver al Futuro




El pasado se repite, el futuro de argentina hoy no es incierto, es sabido que será fatalmente caótico pues nos encontramos ante la explosión de un modelo endémicamente enfermo que es manejado por políticos improvisados. Ya no hay ningún académico de trayectoria que influya en las decisiones gubernamentales. El poder hoy es administrado por una federación mafiosa segmentada en esferas de influencia, donde se destacan por un lado los inexpertos camporistas,  por otro los pseudo economistas encolumnados detrás de Guillermo Moreno, en el medio también están  los nostálgicos de los tiempos del finado que obedecen al relegado De Vido y al final de todo los sindicalistas oportunamente arrepentidos.
En la cima piramidal esta la inestable viudita, pero ella solo desempeña un rol legitimador, similar al que ostentaba el emperador japonés en los  tiempos medievales del shogunato.

El país en síntesis esta piloteado por un piloto automático que vuela con la luz prendida de la reserva de combustible y lleva un rumbo sin navegación hacia un infinito océano donde no existen pistas de aterrizaje.
El ciclo de caos de diez años esta pronto a golpearnos nuevamente, el control cambiario agrava aún más el problema y la producción está en franco descenso en un declive similar al de 2001 y al de 1989. Hoy no solo es caro producir por la presión fiscal que este gobierno agudiza aún más en busca de una solución desesperada, sino que además están cerradas las importaciones de manera arbitraria en un intento marginal que busca evitar la fuga de divisas para privilegiar su entrada, pero que en la práctica genera todo lo contrario.

Las empresas sufren  el morenismo improvisado y no pueden acceder a insumos importados que le permiten producir productos que exportan, el gobierno no entiende que existen casos en que un dólar importado permite una producción que luego traerá más dólares por exportaciones.

El cierre de importaciones también afecta al comercio internacional dañando el intercambio, esto esta pasando con Brasil nuestro principal comprador, que gracias a Moreno dejó de comprar producción argentina en represalia a las trabas impuestas a productos brasileños. Esta política atenta  peligrosamente contra el Mercosur. Es así que, si bien salvamos la salida de algunos dólares a la vez estamos cerrando la entrada de estos.

Y como si esto fuera poco otro atentado a la producción está dado en que el gobierno exige a los exportadores liquidar divisas en una forma que no respeta el cronograma de pagos del exportador, y que además lo obliga a hacerlo en el mercado oficial del dólar que tiene un precio ficticio. Los insumos sin embargo el exportador debe importarlos (si es que tiene autorización) en un valor del dólar paralelo que tiene el precio real.

¿Quién va producir en un país así y sobre todo quién va invertir en nuestra economía?

Lo mas grave de estas crisis cíclicas es que las mismas a lo largo de los años destruyen aún más nuestro país y nuestro nivel de vida, lo que viene será una devaluación estrepitosa similar a la dada en el 2002 donde el precio interno de la divisa se acomodó de la peor manera. La diferencia en ese entonces quedó para la banca, quien se quedó con los ahorros de la gente que precavidamente ahorraba en plazos fijos en dólares. Esos dólares eran baratos en su momento y mucha gente acudió a ellos como reserva de valor, pero el día en que se devaluó el peso por decreto, el que depositó dólares recibió pesos devaluados a un precio inferior al del mercado cambiario, una estafa inaudita que solo el manso pueblo argentino aceptó sin casi protestar. Si algo similar pasara en España, Grecia o Italia no quedaría político u/o banquero que no pendiera ahorcado de una farola pública producto de un ajusticiamiento popular.

La estafa de 2002 fue instrumentada por el ex presidente Eduardo Duhalde en confabulación con la banca extranjera que se benefició extraordinariamente del  desfasaje cambiario.

Hoy en día también hay un puñado de individuos nutriéndose de la especulación cambiaria. Es sabido que ese “dólar blue”, que se vende en las “cuevas” a un precio muy superior al oficial, sale de algún lado; y que por supuesto estos no han sido captados al precio cercano a su venta “blue” sino que lo hicieron al precio de venta oficial, por tanto la rentabilidad es extraordinaria. Por lo pronto muchos bancos se están quedando sin dólares para liquidar los plazos fijos de sus clientes que quieren cerrar sus cuentas y hasta los obligan a acudir en otras fechas inoportunas a retirar el resto, si bien esto puede deberse a un problema de liquidez resulta también bastante sospechoso que se este generalizando. 
Las casas de cambio por su parte están desiertas, pero no parecen estar inactivas, ¿Acaso estarán concentrando su actividad en la puerta trasera? 
Como bien señala la sabiduría popular las crisis siempre pueden transformarse en una oportunidad. En la economía nunca hay pérdidas simplemente las ganancias cambian de manos.


 Crisis=oportunidad


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